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miércoles, 28 de marzo de 2012

We Bought a Zoo



Después de varios años de ausencia en el mundo de la ficción, dedicándole el 100% de su atención creativa a 2 documentales musicales, Cameron Crowe vuelve con una película familiar bajo el brazo. Basada en el libro homónimo y autobiográfico de Benjamin Mee, Cameron aceptó realizar la adaptación para 20th Century Fox, y reescribió el guión que había sido originalmente escrito por Aline Brosh McKenna.

La película cuenta la historia de un hombre (Matt Damon) que ha perdido recientemente a su esposa, y en búsqueda de una oportunidad para recuperar la felicidad junto a sus 2 hijos, decide comprar una casa en las afueras de la ciudad. Esta casa, aparentemente perfecta para la familia, tiene la particularidad de ser un zoológico que continúa en pie gracias a unos pocos trabajadores que intentan mantenerlo. Benjamin compra la casa incentivado por la alegría de su hija menor ante la idea, y la posibilidad de salvar el zoológico, sin entender todavía, que de esta manera, salvaría también a su familia.

Dentro del marco de una película familiar, Cameron Crowe despliega en la pantalla detalles cargados de dulzura, escenas delicadamente planeadas para tocar el alma del espectador, seas niño o adulto, siempre respetando las reglas del juego establecidas por el género, pero agregando esos detalles personales que la hacen suya, propia. Una película de un hombre que probablemente disfruta de sentarse a observar a la gente a su alrededor, sus gestos, su manera de expresarse, sus reacciones, y las características que convierten a cada uno, en un mundo inmenso, único e irrepetible. Esa es la gran lección de We Bought a Zoo. La belleza que hay en las relaciones humanas, incluso en los conflictos más profundos, como la pérdida de un ser querido, o los grandes cambios a los que nos cuesta adaptarnos, o a los desafíos que aparentan ser barreras para luego convertirse en puertas.
Cameron Crowe fue malinterpretado en Elizabethtown, recibiendo las peores críticas de su carrera. En esta ocasión, el director prácticamente reafirma su punto, y de manera aún más evidente, sostiene su fascinación por las personas, detalle que se ganó profundamente mi corazón en su anterior largometraje, y es uno de los mayores atractivos que ofrece su último trabajo.
A pesar de estar situada en la reapertura de un zoológico -con todos los animales que esto implica- la historia se centra en los efectos que este evento genera en sus personajes; analizando sutil y dulcemente el comportamiento humano frente a diversas situaciones.
Personalmente me parece una lástima que mucha gente no se haya dado cuenta de la intención de expresar esto mismo en su anterior película, y por eso, me parece correcto, y entendible, que en We Bought a Zoo lo haya hecho de manera más literal. Tal vez en algún sentido, gracias a las pésimas críticas, Cameron Crowe haya perdido un poco la fe en su público. Podría ser, pero es una impresión cien por ciento personal. Lo bueno es que deja lugar a la metáfora, utilizando para esto a los animales que conforman la historia.

El punto débil de la película se encuentra en la intrascendencia de sus personajes secundarios, a diferencia de sus películas anteriores, donde enriquecían notablemente la trama y eran parte esencial del atractivo del film. En este caso, casi todos los personajes tienen sus momentos geniales, pero son aislados y pequeños, como si a pesar de esto, la película tuviera un gran hueco. Un vacío que deja sabor a poco en cuanto a sacar provecho de la posible profundidad de estos personajes, que evidentemente son de gran importancia para el cambio que transita la familia protagonista.
El más perjudicado por este defecto fue el personaje interpretado por Patrick Fugit (Almost Famous) quien es, sin ofender, un cero a la izquierda en la historia. Parece prácticamente un extra, cosa que llama mucho la atención ya que al haber protagonizado una de las mejores películas de Crowe, se esperaría que éste le ofreciera un papel más importante, al menos una línea memorable.. pero nada…
La que supo brillar en sus 15 minutos en pantalla fue Elle Fanning, interpretando a la adorable Lily, centro de inolvidables momentos, de hecho, el premio a la sonrisa de la película se lo lleva ella. Competencia reñida con Maggie Elizabeth Jones, quien interpreta a la hija de Benjamin, Rosie Mee, protagonista de los momentos más sobresalientes del film.
Scarlet Johansson está muy bien en su papel de cuidadora del zoológico, y es un placer verla salir de su casilla de femme fatale. Lejos de ser seductora y femenina, encanta con su interpretación y logra su función en la película aunque sin mayores logros.
En “Elizabethtown” Crowe se iba tranquilamente por las ramas del árbol genealógico de la familia de Drew Baylor, sus primos, tíos, abuelos, políticos o de sangre, que daban la sensación de ser personas reales y existentes fuera del marco. Esto le daba una frescura y una emoción que creo que brilla por su ausencia en “We Bought a Zoo” aunque no deja de ser una bella película que en menor medida, emociona, enternece y entretiene.
Es una película para ver en familia, llena de pequeños secretos y lecciones, que nos dejan al final, más sabios y más contentos.

[Pony-Puntaje> 7]

"If you had to choose between people and animals, who would you pick?"

1 comentarios:

v dijo...

la vi en el cine, y debo reconocer que iba con un gran escepticismo, capaz por eso me sorprendió gratamente.