Rio Cinema es un pequeño y antiguo cine en el área de Dalston. Noreste de Londres, en zona 2 (el centro de Londres es zona 1). El edificio es un cine desde 1915. 175 butacas, y una cortina roja de terciopelo que se abre antes de cada proyección. Mientras la cortina está cerrada, se escucha de fondo música clásica.
Rio Cinema huele a madera, y tal vez sea lo más parecido en Londres, a lo que solía ser el Arteplex Belgrano, antes de que reformaran sus instalaciones, mientras conservaba la nostalgia del mítico Savoy.
Solo hay una sala, donde se proyectan unas pocas películas por semana. La cartelera se diferencia de los cines tradicionales por su alto contenido en cine independiente y de autor.
El precio de la entrada es casi la mitad de lo que cuestan el resto de los cines, £6 cuando las grandes cadenas cobran de £12 a £15 por persona. En Londres existen suscripciones para absolutamente todo. La membrecía anual para el Rio Cinema cuesta £25 y eso te da acceso a descuentos en comidas, entradas y recibís los programas en el buzón de tu casa todos los meses.
El cine ofrece algunos eventos especiales que se acomodan a la necesidad del público, como matinées de domingos a la mañana, o funciones para padres y bebés (puedo asegurar por haber caído de casualidad a una de estas funciones, que se LLENA de madres con carritos y sus respectivos niños)
En fin, yo fui a este lindo cine a ver Lilting.
Primer largometraje del director Hong Khaou. Sigue los días de una madre china que vive en un geriátrico en Londres, quien acaba de perder a su hijo en un accidente. A su vez, Ben Whinshaw (tal vez lo recuerden de Cloud Atlas, o del Rimbaud/Dylan de I’m Not There) era la pareja del joven, e intenta acercarse a la madre para no abandonarla durante su duelo.
Pero hay varias barreras en su relación, sobre todo culturales. No hablan el mismo idioma, y además la madre no sabía que su hijo era homosexual. Frente a este panorama, el personaje de Whinshaw se esfuerza en generar un acercamiento con la persona que probablemente más entienda el valor de lo que él acaba de perder.
Entonces nos vemos frente a la muerte de un ser amado. Y ese vacío que no siempre lo compartimos, pero alguna vez lo vivimos todos.
De golpe nos vemos cubiertos de responsabilidades y cosas que organizar, cuando solo se quiere dejar el tiempo detenido y recordar los gestos de esa persona, sus olores y su presencia.
Siendo una persona enamorada del lenguaje, que como Alejandra Pizarnik utiliza el mayor de sus esfuerzos para encontrar las palabras perfectas, generalmente sin aparente satisfacción, Lilting me desarma. Lilting me muestra sin silencio pero sin lenguaje, que las necesidades del alma van más allá de lo que puede lograr una palabra.
En Lilting hay mucho diálogo, y no hay un idioma común sino que hay varios, flotando, hasta que ya no hay ninguno. Se dice tanto que al final ya nadie dijo nada. O se dijo más en miradas, y en esos silencios en que no hacía falta la traducción para entender.
El esfuerzo que se hace para entender las palabras, disuelve su valor, y entonces cada uno se encuentra con uno mismo, con quien no hace falta hablar.
La película es un claro reflejo de lo que sucede culturalmente en Londres. Idiomas y tradiciones colisionando constantemente. Ninguna se anula entre sí, el mundo está expuesto, acá está todo y están todos. Se fuerzan los límites hasta que se derrumban. Y cada uno encuentra un rincón en el espacio donde puede hablar su propio idioma, aunque sea consigo mismo, y simplemente ser.
Hong Khau nació en Camboya pero ya es prácticamente un londinense. Su película tiene un poco de todo eso. Un estilo oriental innegable, en los ritmos, los planos y las formas narrativas. Y a la vez, esa libertad que le obliga a Oriente a abrirse. Le pide a gritos a esa madre, que se afloje, que se abra, que se libere. Su hijo es homosexual. Su hijo es homosexual. Su novio es ingles, y ellos se aman, y ellos se entienden. Viven en un pequeño departamento en Londres y van casi siempre al mismo café. Él fríe el bacon con palitos chinos. Ya no recuerda otra forma posible de hacerlo. En la habitación, todavía siente su olor.
Y ella también, es la única que también siente su olor en la habitación.
La expresión en el rostro de Pei-Pei Cheng (la madre) es una cosa maravillosa. Si necesitaban una actriz que responda a las necesidades del silencio en pantalla, no podrían haber elegido mejor.
Recuerdo estar sentada en la butaca de Rio Cinema, y de golpe, una puñalada dulce al corazón me hizo llorar en silencio. Y pensé “este guión es perfecto, es perfecto”
Después caminé por las calles de Londres. A la noche los pocos lugares que permanecen abiertos son los clubes turcos, casi siempre tienen unos escalones para abajo, y el local es subterráneo. Siempre se puede ver desde la vereda alguna mesa de pool y parecen suspendidos en el tiempo, con una atmósfera setentosa, la luz es verdosa.
Al otro día entré en un pequeño café en una esquina, sabíamos que en esa esquina antes no estaba ese café, y le preguntamos al chico que nos atendió y nos dijo “abrimos hace un mes. vamos a empezar a servir comida dentro de poco, recetas nuestras egipcias, creemos que a la gente le va a interesar, es diferente”
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